5 de abril de 2008

Arte en Cinco en la Ciudad Imposible


(Sintonía del programa: uno de esos temas empalagosos en plan Enya).
Carolina (voz sensual): Buenas tardes, amigos oyentes. Estais escuchando "La Ciudad Imposible", que se emite en esta emisora de lunes a viernes de dos a tres de la tarde. Tal como os hemos venido anunciando en las últimas semanas, hoy tenemos en el estudio a Diego Botero, ese artista polifacético del que tanto se ha oído hablar últimamente. Precisamente en estos días está en nuestra ciudad presentándonos la exposición "Arte en Cinco", que está teniendo un éxito apabullante tanto de crítica como de público. Diego, ¿es esta tu primera visita a Madrid?
Diego (con voz de fumador empedernido y un ligero acentillo extranjero): Bueno, ante todo, te tengo que agradecer que me hayas invitado a tu programa, Carolina. Es un placer estar aquí contigo. Y respondiendo a tu pregunta, te diré que no. Esta es la tercera ocasión en que tengo la suerte de visitar está ciudad tan fascinante. Pero sí es cierto que es la primera vez que vengo a presentar uno de mis proyectos y evidentemente estoy encantado de la acogida tan calurosa que ha tenido mi exposición.
Carolina: Bueno, Diego. Dinos en pocas palabras quién eres, aunque a estas alturas creo que habrá pocos que no lo sepan...
Diego (risas): Soy Diego Botero. Nací hace treinta y ocho años en Casablanca. Soy hijo de un diplómatico y una bailarina de flamenco. Gracias a ellos desde niño tuve la oportunidad de viajar mucho y de beber de la vida cultural y artística de países tan diversos como China, Madagascar, Suecia o Perú... Hablo varios idiomas y colecciono títulos universitarios, de entre los cuales el que más valoro es el de veterinario.
Carolina: Eras un niño superdotado, ¿no es cierto, Diego?
Diego: Sí. De hecho, aunque ya no sea un niño, sigo estando bastante superdotado. Mis padres se percataron de ello muy pronto y pusieron todos los medios a su alcance para sacar el máximo provecho a todo mi potencial intelectual y artístico.
Carolina: Pero, ¿cuándo supiste que querías ser artista?
Diego: Lo supe desde el momento en que dejé de ser idiota, es decir, a los cuatro años... Podría haber sido el mejor cirujano, o un arquitecto de renombre, todo lo que quisiera. Pero ya entonces tuve claro que yo tenía que ser un Goya, un Picasso o un Renoir. Pronto empecé a hacer mis primeros dibujos con ceras (lo que se ha denominado mi etapa "Noire"), mis esculturas de plastilina, mis megaconstrucciones de lego... En todas estas obras menores ya demostraba un gran talento que mi madre supo apreciar desde el primer momento. Ella misma fue la que organizó mi primera exposición en El Cairo. Entonces sólo tenía nueve años.
Carolina (risitas): ¡Nueve años! Es increíble, Diego.
Diego (tose): Sí, se habló mucho de esa exposición. Me llamaron "niño prodigio". Desde entonces mi carrera ha sido meteórica...
(Las palabras dejan paso a la música: suena "1919" de Ryuchie Sakamoto. Diego aprovecha para encender un cigarrillo y Carolina no se atreve a decirle que está prohibido desde la entrada en vigor de la "Ley Antitabaco". Antes de guardar la cajetilla, le ofrece uno a ella, que acepta aunque no fuma, por no hacerle el feo).
Carolina (tosiendo): Cuéntanos un poco acerca de la exposición que estás presentando en estos días...
Diego: Pensé en crear algo revolucionario, en arte que se pudiera percibir con los cinco sentidos. Es lo que los medios denominan "fruta" en ese eterno afán por simplificar, pero que, evidentemente, es mucho más complejo que eso. Mis obras se ven, se tocan, se huelen, se comen... e incluso algunos pocos privilegiados afirman que las han llegado a oír.
Carolina (entusiasmada): Sí, ayer tuve la oportunidad de visitar tu exposición y realmente quedé impresionada, Diego. Tanta creatividad... Las frutas más toscas, como la naranja o la pera, me parecieron ya increíbles. Así que cuando llegué a la sala de las frambuesas, las cerezas o los mangos no podía dar crédito a mis ojos y aún menos a mi paladar. ¿Cuál es la fruta que más te ha costado crear?
Diego (carraspea): Definitivamente la fresa, Carolina. No sólo resultó complejo su diseño (su rojo intenso, su forma de corazón), sino que además quise darle un ligero toque "afrodisíaco" que han elogiado todos los críticos... Está inspirada en mi experiencia mística en El Nepal, donde pasé una larga temporada estudiando el budismo. Una religión compleja, por cierto, de la que se percibe cierto eco lejano en esta obra llena de intensidad y pasión.
Carolina: Sí, desde luego la fresa es realmente increíble. Sin embargo, si hay algo que realmente raya en la genialidad, queridos oyentes, es sin duda "la macedonia de frutas", que se encuentra en la última de las salas de la exposición. He visto a gente que se pasa horas allí, disfrutando de esta combinación mágica de frutas exquisitas... De hecho, has creado tres variedades. Por favor, explícanos en qué consiste cada una y qué trataste de expresar con ellas...
Diego (se adivina una sonrisa de autocomplacencia en su rostro): Como bien has dicho, hay tres macedonias. Las he llamado "Amanecer", "Mediodía" y "Atardecer". Evidentemente hacen referencia a los diferentes estadios de la vida. El "Amanecer" es esa primera etapa en la que tenemos todo un mundo por descubrir. Es una etapa llena de energía que he querido transmitir a través de la combinación de frutas como la sandía, el melón, la naranja y el plátano. Muchos me han preguntado que por qué precisamente el melón... Su ligero sabor a miel es mi pequeño homenaje a ese pequeño insecto incansable, del que es fiel reflejo la clase obrera que ha construído los cimientos de nuestro mundo moderno.
Carolina: Supongo que "Mediodía" hace alusión a la madurez, plasmada mediante una perfecta combinación de la fresa, la ciruela, el kiwi y la pera.
Diego: Efectivamente. Con estas cuatro frutas se forma un conjunto con el que trato de expresar la madurez, la toma de conciencia de nuestras limitaciones como seres humanos, los sueños que ya no se van a cumplir, los que sí se han cumplido, el deseo de perpetuar la especie mediante la procreación... Es una obra de gran complejidad, difícil de captar en toda su magnitud.
Carolina (claramente entusiasmada): Sin embargo, me decías antes a micrófono cerrado, que tu favorita es "Atardecer"... De hecho, muchos deben de pensar lo mismo, pues es la macedonia que antes se agota todos los días. Yo tuve suerte de probarla ayer y realmente me dejó impresionada... Ahí hay una verdadera amalgama de sentimientos desbordados, de nostalgia, de dolor por los que se fueron y ya no volverán... O, al menos, eso percibí yo.
Diego (disfrutando de su pequeño momento de gloria): Creé "Atardecer" tras la muerte de mi madre, que se produjo durante una de sus actuaciones multitudinarias en Roma. Ella era una mujer apasionada a la que siempre he admirado, a la que he querido dejar retratada a través de la combinación de sus frutas predilectas: la cereza, el melocotón y la papaya. Esta macedonia sabe a nostalgia, como bien has dicho, pero también a recuerdos de niñez, a sabiduría, a flamenco, al otoño de la pasión...
(En ese momento empieza a sonar el "One" de Metallica, que evidente está totalmente fuera de lugar... Carolina le lanza una mirada asesina al tipo al otro lado de la pecera que, al comprender su gravísimo error, se ruboriza y se apresura a cambiarlo por el "Huf Huf" de Wim Mertens, mucho más acorde con la espíritu del programa).
Carolina (áun algo cabreada): Dinos, Diego, ¿cuál es tu próximo proyecto? He oído decir que vas a pasarte al mundo del cine, lo que es otra muestra de tu gran versatilidad...
Diego (da una calada a su tercer pitillo): Sí, me han ofrecido hacer la versión española del "Señor de los Anillos", trasladando la historia al mundo de los Moros y los Cristianos, por supuesto. Será todo un reto por el bajo presupuesto con el que contamos y la imposibilidad de filmarla en ninguno de los parajes históricos en los que habíamos pensado. Contará con un gran reparto y estará llena de ese humor tan castizo que compensa la absoluta falta de escenas de acción y de efectos especiales.
Carolina (mirando el reloj y pensando que hay que ir dando paso a la agenda cultural): Estoy segura de que va a ser algo digno de verse, Diego... Para terminar, dinos, por favor, ¿cuál es tu "Ciudad Imposible"?
Diego (se oye un suspiro como del que se concentra antes de decir algo muy importante): Todas las ciudades son imposibles, Carolina. Desde el momento en que un pueblo se convierte en ciudad pierde su humanidad, nos sobrepasa y se vuelve en nuestra contra. Nuestras vidas se aceleran y terminamos sumidos en el más absoluto caos existencial. Por eso valoro especialmente el lujo de poder vivir en un antiguo palacio perdido en la Toscana...
Carolina (le interrumpe, algo acelerada): Gracias, Diego. Esperamos volver a tenerte pronto con nosotros. Mucha suerte con tu exposición y con tus próximos proyectos. Damos paso a hora a nuestra agenda cultural, que nos trae, como siempre, Clara Gómez.
(Dentro grabación).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues genial , es el tipico reportaje que se suele hacer a un tipo que se cree importante.....