9 de febrero de 2009

Subjetividad de toda Catástofre

Foto por Fefegg (Copyright) para este blog

Día 1
San Valentín. Estoy enamorada. Se llama Paul y hace un mes que empezamos a salir. Juega en el equipo de rugby del instituto y es guapísimo. Estoy tan colada por él que gritaría su nombre por la calle, me lo tatuaría en el hombro, le escribiría una canción... Hoy todo en mí es de color rojo: desde el corazón hasta las mismísimas bragas.
- Paul, ¡estoy loca por ti!
En un mes ya nos hemos dado diecisiete besos y medio. Todo en él me encanta: sus labios, sus ojos grises, sus músculos, esa manera que tiene de decirme "¿qué passsssssa?" como si nunca pasara nada. Es tan dulce, tan atento… tan Paul.

Día 2
Le odio. Cuando me vió vestida de rojo de arriba a abajo, se rió en mi cara y me llamo "puta loca". Me dió ganas de matarle ahí mismo, por ponerme en evidencia delante de Mary Jane y el resto de las animadoras. En cuestión de minutos lo sabía todo el instituto y mi índice de popularidad caía en picado. Bañada en un mar de lágrimas, volví a casa siguiendo una grieta que se había abierto a lo largo de toda la calle dividiéndola en dos mitades. Como si la calle fuera un fiel reflejo de mi corazón, partido en dos por culpa del capullo de Paul.

Día 3
A mi madre le da igual que yo esté hecha polvo por lo de Paul. Que Dennis no apareció anoche, que tiene el móvil apagado, que qué puede haberle pasado. Cuando tienes un hermano imbécil, que se puede esperar de él salvo gilipolleces. ¡Ya aparecerá! Pero mamá dale que te pego con lo mismo. Ni que yo no tuviera bastante con lo mío.
Mary Jane y Sarah me han rehuído en el instituto. Ya no soy esa chica popular con la que valía la pena juntarse. Soy el hazmerreir de todos, la puta loca.
Al volver a casa después de la clase de historia, me ha sorprendido comprobar que la grieta de la calle ya tenía un palmo de ancho y pequeñas ramificaciones que corrían hacia las casas plantadas a los lados. Me he cruzado con Sam, el “friki” de mi clase, un cero en popularidad, que me ha dicho que tuviera cuidado con la grieta, como si fuera a comerme. Antes los “frikis” no se atrevían ni a mirarme, pero ahora esperan que me una a sus filas. Pues van listos: que no sea popular, no quiere decir que sea tonta.

Día 4
Hoy he visto en el patio a Paul y Mary Jane cogidos de la mano. Ni que decir tiene que el corazón me ha dado un vuelco. Sí, todavía quiero al capullo ése. Y tú, Mary Jane, prepárate porque tarde o temprano me las vas a pagar todas juntas. Y cuando aún andaba intentando asimilar aquello, se me acercan Sam y otros dos “frikis” para preguntarme si me unía a no sé qué grupo de estudio. Vamos, ni que a mí me hiciera falta estudiar.
Mi madre ha llamado a la policía. Por lo visto mi hermano no es el único que ha desaparecido. Los periodistas han tomado las calles y hablan con los vecinos mientras miran de reojo la grieta, que empieza a dificultar la circulación por la calle. Ya mide medio metro de ancho y si te paras en su borde y miras hacia abajo, puedes distinguir muy al fondo cierto líquido verde fosforito cuyo olor nauseabundo empieza a impregnarlo todo. Las ramificaciones de la grieta parecen trepar por las paredes de las casas, resquebrajándolas y dándoles un aspecto decadente. Mi padre dice que todo es culpa del cementerio nuclear que hay a 25 kms del pueblo. Qué venga a echar uranio ahí abajo, como si fuera un pozo sin fondo, y que por algún lado tenía que salir toda esa mierda.

Día 5
Hoy se han suspendido las clases. El alcalde nos ha pedido que permanezcamos en casa hasta que solucionen lo de la grieta. El líquido verde, que ya ha salido a la superficie, recorre las calles destruyéndolo todo a su paso. Nos han cambiado los periodistas por soldados y tanques. Se oyen disparos de vez en cuando.
Mi madre ha salido de casa a por comida y a buscar a Dennis. Le he pedido que me pille laca de uñas y me ha gritado. A mí. Qué cómo podía pensar ahora en mis uñas. Y a ella qué le costaba pillarla si pasaba por el supermercado. Se ha ido dando un portazo y no ha vuelto. Qué la den, que les den a todos.

Día 6
Ayer por la noche llamó Paul.
- ¿Mary Jane?
- No, imbécil. Soy Donna.
- ¡Oh, vaya! – dijo emitiendo una risa estúpida. - ¿Qué passssssssa?
- Se me ha acabado la laca de uñas, y mi madre y mi hermano han desaparecido… Y tú, ¿qué tal?
- Pues nada, que esto del toque de queda es un rollo. Unos amigos y yo hemos quedado en el Nico’s en unos minutos, ¿te vienes?
Tras lo cual se oyó un inoportuno bombardeo que nos hizo callar durante lo que me pareció una eternidad. Desde la ventana de mi cuarto, en la primera planta de la casa, veía sombras extrañas caminando por la calle.
- Claro, - le dije en cuanto cesó aquel ruido ensordecedor, - nos vemos allí en media hora.
Durante unos minutos fui la chica más feliz del mundo. Hasta que bajé por las escaleras y me encontré a mi padre bloqueándome el paso.
- ¿A dónde crees que vas, niña? – me dijo. – Esto es serio, ¿entiendes?
Pues claro que era serio, iba a ver a Paul. Pese al berrinche, no me dejó salir de casa. He intentado hablar con Paul varias veces desde entonces, pero su móvil no tiene cobertura.

Día 7
Los bombardeos han cesado. Tenemos la nevera vacía. He encontrado unas barritas de cereales caducadas en el fondo del armario y las he compartido con mi padre. No hay luz, ni teléfono. Del grifo sale un hilillo de agua de color verduzco que no nos atrevemos a beber.
Al mediodía alguien ha llamado a la puerta de casa. Mi padre, que ha atrancado todas las puertas y ventanas, no ha querido abrir. Pero desde mi ventana he visto a Paul y Mary Jane, que me pedían con gestos que les abriera. Un ejército de extraños seres verdes parecía venir tras ellos. Les hice señas para que fueran hacia la cocina. Conseguí abrir la puerta lo suficiente como para que Paul pasará. A Mary Jane la dejamos fuera.
- ¡Por Dios! – gritaba ella. - ¡Déjame pasar, Donna!
¿Quién era la que se reía ahora, eh? Apenas unos segundos después oímos un forcejeo, un grito ahogado y ese debió de ser su trágico fin. Mi padre apareció al poco en la cocina y preguntó quién era el chaval.
- Soy Paul, señor, - se presentó. - ¿Qué passsssssssa?

Día 8
Están intentando entrar. Papá trata de reforzar las puertas y ventanas con ayuda de Paul. Y yo sólo pienso en sus músculos, en sus ojos grises y en que tengo 15 años y voy a morir siendo virgen. Vigilo la calle desde la ventanta de mi habitación y me dan escalofríos de sólo pensar que esas cosas puedan entrar para matarnos a todos. Pero hagan lo que hagan, hay una cosa que jamás podrán quitarnos: el profundo amor que Paul y yo nos profesamos mutuamente.

Día 9
Están dentro. No sé nada de papá. Paul se arrastró escaleras arriba y me imploró que le abriera la puerta. Pero yo estaba tan asustada que olvidé por completo que fuera el amor de mi vida. Por encima de todo, se trataba de mi propia supervivencia. Desoyendo sus súplicas, me he acurrucado en un rincón y he rogado por que Dios exista y se apiade de mí.

Día 10
Sam y sus colegas me sacaron de casa hace unas horas. Han conseguido fabricar un chisme con el que han mandado a esas cosas de vuelta al agujero del que provenían. Somos un reducido número de supervivientes caminando hacia las afueras del pueblo. Sam, que se ha convertido en un auténtico héroe, va a la cabeza del grupo. Hace un rato me ha preguntado si quería ser su novia y no le he dudado ni por un instante. Estoy tan colada por él que gritaría su nombre por la calle, me lo tatuaría en el hombro, le escribiría una canción... Mi índice de popularidad sube a un ritmo tan vertiginoso que siento un ligero vértigo. Soy feliz, soy popular, estoy enamorada. ¿Qué más se puede pedir.

Versión en inglés

9 comentarios:

sandra dijo...

wow! que bueno!

Natalia dijo...

Gracias, me alegra que te haya gustado. Sé quién eres, pues he visto algunas fotos tuyas en flickr. Muy buenas. Un saludo.

Alex dijo...

Esta muy chulo el cuento y la fotillo ;-)
Saluditos.

Jordim dijo...

El día de los enamorados es de las tretas comerciales más zafias que hay...

Anónimo dijo...

¡Que passsssssada!
Moraleja para las pequeñas animadoras: casaos con un friki (ellos salvarán el mundo) que ya tendréis tiempo de engañarle con el capitán del equipo.

Natalia dijo...

¡Ay, David! ¡Qué gran verdad acabas de decirnos!!!

Rose Kavalah dijo...

pues entonces me autodeclaro "capitán de equipo friki".

¡animadoras venid a mí!
¡casaos conmigo y luego engañadme conmigo también!

o mejor no, no quiero animadoras.

Ahora me autodeclaro "No capitán de equipo friki". O mejor, "fan de Nati y de sus cuentos".

un saludo!

Natalia dijo...

¡Jopelines, tío! Al final como imprima el libro con los cuentos, no me quedará otra que regalarte uno :)

Rose Kavalah dijo...

pues lo cogeré encantado!

un saludo